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#DeCeccoEnVoleyPlus La Columna de #Luciano15: Mi Club

¡Buenos días! Acá estoy otra vez, antes de lo que me esperaba. A mí, sinceramente no me convenció mucho la primera columna “El Inicio”, pero recibí muchos comentarios positivos y quiero redoblar la apuesta.

Había dos cosas que no podían sacarme en mi infancia, el aro de básquet que tenía pegado en la ventana que daba a la calle del pequeño departamento donde vivíamos con mi familia, e ir al club Gimnasia y Esgrima de Santa Fe (web), que para mí lo era todo. Ahí encontré mi pasión por los deportes, porque la pasión por el básquet la heredé por seguir a mi papá. Lo más increíble es que empezó todo porque un médico me recomendó hacer natación por un problema que arrastraba de nacimiento.

Gracias a la colonia de vacaciones que tenía el club pude hacer casi todos los deportes y decidir yo mismo cuál era el mejor o el que más me interesaba. Ya saben qué elegí… ¡el básquet! Empecé en mini y jugué hasta cadetes, así lo llamaban antes, ahora sería U15. Pero cuando estaba con U13 le dije a mi entrenador Teddy Quintana que quería probar con el voley (solo por diversión y para hacer otro deporte) pero que la prioridad iba a seguir siendo el básquet. La agenda cerraba perfecto: lunes, miércoles y viernes entrenaba con él y los sábados jugaba los partidos; y los martes y jueves había voley y los domingos competíamos (muy contenta mi mamá que tenía que llevarme a las 7 de la mañana a los torneos jaja).

Mis días después de ir a la escuela eran siempre en el club; todas las tardes, pasé incontables horas. Conocí gente increíble e hice la mayor parte de mis amigos que hasta el día de hoy mantengo. Fue en GyE donde alimenté mis sueños, donde me enseñaron e inculcaron el trabajo.

Hoy veo que yo también fui uno de esos chicos que están jugando a la escondida en el quincho, cerca de las canchas de tenis o que corren para no llegar tarde a las prácticas o simplemente están merendando entre entrenamientos.

Yo le debo mucho a GyE de Santa Fe mucho más de lo que pueda parecer después de leer esto. Agradezco a cada entrenador pero especialmente a Ariel “El Negro” Pons, que hasta el día de hoy me aconseja, y al cual sigo odiando (en el buen sentido jaja) por todo lo que me hizo armar contra esa pared toda sucia, rota, que cada vez que tiraba la pelota para arriba me llenaba la cara de arena. Pero más allá de eso, que quizás en su momento no me habrá gustado tanto, él vio en mí que podía ser un buen armador, y acá estoy.

Pertenecer a un lugar así me dejó muchas cosas de las cuales aprendí de chico: divertirme, respetar y ser compañero, el valor del compañerismo. También, sin darse cuenta uno, con cosas que cree normales, aprende que para tener lo que se quiere, tiene que trabajar y luchar por eso. Me acuerdo cuando salíamos por el barrio vendiendo empanadas, pollos, rifas, para poder pagar viajes, camisetas y pelotas.

Así fue como empezó todo, mi comienzo en el deporte. Todos empezamos siendo esos niños que solo se divertían haciendo un deporte; y con los años, mucho trabajo, dedicación, esfuerzo y decisiones, podemos llegar a lograr nuestros objetivos.

Saludos,
Luciano #15
#DeCeccoEnVoleyPlus

Todo árbol se conoce por sus frutos: no hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda dar fruto bueno (Lucas 6:43-45)

Para contarles de Luciano De Cecco, es necesario hablar de sus padres Ricardo y Graciela

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