A raíz del artículo adjunto del colega Cristian Helou, que logró llegar al seno de la definición, nos resulta inevitable pensar si valía la pena esperar, como quería El Dino.
Gigantes del Sur votó para esperar, mientras que Bolívar, UPCN y Ciudad no dudaron en decir basta. En consecuencia, nos preguntamos, ¿qué quería esperar Gigantes? La decisión no solo es acertada en cuanto a la gravedad sanitaria, económica y laboral producto del COVID-19, sino que incluso se podría haber tomado antes. No fue apresurada la decisión. Por el contrario.
Los extranjeros ya están en sus países. Los jugadores en sus provincias con sus familias. Los atletas al día 1/4 llevan dos semanas sin entrenar. Al término de la cuarentena, si no se vuelve a extender, será 1 mes de inactividad física.

Vamos a suponer una HIPÓTESIS ULTRA OPTIMISTA. Vuelta a los entrenamientos el lunes 13/4, pese a que parece poco probable porque ya se avisó desde Nación que el post cuarentena será moderado y progresivo y un partido de vóleibol, más allá de nuestra pasión, no es esencial ni mucho menos.
Con plantel nuevo, porque no están las figuras de cada equipo, y teniendo en cuenta el parate, los equipos necesitarían mínimo 3 semanas de entrenamiento para dejar atrás malas dietas, falta de ejercicios, musculación, etc… y evitar así riesgo de lesiones que puedan complicar CONTRATOS FUTUROS que varios jugadores ya apalabraron. Y a no olvidar que en tiempos normales, en agosto o septiembre todos los equipos internacionales ya están entrados en pretemporada. En Argentina mayormente se empieza un poco más tarde.
En este panorama, suponiendo que en 3 semanas todos llegan a su mejor forma física, y sin pensar en el juego, se podía volver a jugar desde mediados de mayo y sin gente.
Entonces, ¿tenía sentido?
Lamentablemente, así termina la Liga de Vóleibol Argentina en la que Gigantes hizo un excelente trabajo y en la que podría haber dado el golpe de campeón; en la que Bolívar fue sólido de punta a punta; en la que UPCN mostró una recuperación que hacía temer a cualquiera; y en la que Ciudad volvió a ser ese Ciudad que jugaba de igual a igual con todos.
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