Por Agustín Indelangelo – El modelo de mecenazgo que tiene nuestra liga de voley masculino debe terminarse por las “buenas”, de otra forma no queda mucho tiempo para que llegue su fin y nos quedemos sin torneo superior.
El formato actual es de mecenazgo y no de franquicias, como todos quieren suponer, ya que los equipos sólo cuentan con un patrocinador, público o privado, que aporta el dinero necesario para llevar adelante la temporada. Un modelo de franquicias sería si además de aportar el dinero necesario para afrontar las obligaciones se buscara un rédito económico a
través de una estructura armada a tal fin. Esta búsqueda de dividendos económicos puede ser para aumentar las arcas personales del dueño de la franquicia,o para la inversión y crecimiento de la estructura en sí.
Que termine por las “buenas” sería que mute a un formato de franquicias real o vuelva al modelo de clubes. En la actual Liga Argentina, el modelo de franquicia tendría su representación más cercana en un equipo como Bolívar, aunque no llega a serlo, ya que el año que flaqueó el mecenazgo de Marcelo Tinelli no le fue nada bien. Y en cuanto al modelo de clubes está representado claramente por River Plate, que luego de varios años fuera del torneo recuperó la plaza al conseguir el ascenso y hoy es uno de los equipos fuertes de la liga.

También es necesario que los trabajadores del vóley, jugadores, entrenadores y miembros del staff tengan una representación fuerte dentro de la organización del torneo, en definitiva, son ellos quienes luego van a tener que llevar adelante los proyectos.
Hoy el vóley femenino que clama por ser profesional, y a mi criterio bien merecido lo tiene, tiene la ventaja, con respecto al masculino, de estar en su mayor parte inserto en un modelo de clubes que puede resultar sostenible. Pero cuidado, esta lucha por la profesionalización no debe resultar en un modelo de mecenazgo, que como vimos en el masculino tiene una vida relativamente corta, sobretodo si los resultados deportivos no acompañan, sino que debe luchar por generar estructuras económicas sustentables dentro del modelo de clubes o virar hacia el modelo de franquicias.
Si se logra contar con ligas sustentables a nivel femenino y masculino, donde los trabajadores tengan una estabilidad laboral que los dignifique, vamos a ver la repatriación de atletas y entrenadores que hoy no pueden quedarse en el país, ya que nuestro vóley no es competitivo; y con esto no me refiero al plano deportivo, sino al plano laboral propiamente dicho.
Comentarios
