En el transcurso de las últimas dos semanas al menos una docena de jugadores argentinos cerraron su vínculo con equipos de la Ligue Pro A. Incluso alguno va al ascenso. También hay otra media docena que renovó vínculos vigentes y se suman la mayor parte de los cubanos que también estaban en la Liga de Vóleibol Argentina. En total serán más de 20. Te explicamos por qué todos los caminos conducen a Francia.
Es fácil decir que “por la plata baila el mono”. Y si bien es pata fundamental de la explicación, no es la única ni la más importante. ¿Acaso Francia es la mejor economía de Europa? ¿Por qué no se van a jugar a Alemania?
Está claro que en Argentina, donde la crisis pre coronavirus COVID-19 golpeó fuerte a La Mitad+1 de los equipos de la LVA, no se pueden pagar los contratos que se percibirán en Europa durante la temporada 2020/21. Leyeron bien, “durante la temporada 2020/21”.

La Liga Argentina, cuando paga, no paga mal. Este es un punto importante para entender lo que pasa y por qué todavía muchos jugaban en Argentina. La economía a nivel mundial estaba saturada. Explicado de una manera muy sencilla, en Wall Street o en las bolsas asiáticas muchas de las compañías llamadas “seguras” ya no tenían margen de compra-venta por los altos valores que habían alcanzado. Idéntica situación pasaba en la Liga Argentina. La sobrevaluación, válida en este juego de oferta y demanda, aunque con esfuerzo y atrasos, en la mayoría de los casos se terminaba pagando. Pero en cuanto faltaba liquidez… caput.
Y el golpe final en materia económica lo dio la pandemia. Si en plena competencia son pocos los equipos que pueden asegurar la paga; si mientras que dos o tres empiezan la pretemporada el resto todavía no confirmó su presencia en la competencia; si todo el dinero estatal está ahora en un solo lugar.. ¿entonces quién aseguraría un contrato en 60 días para los próximos 10 meses?
Francia es la primera competencia que sale al mercado en cada temporada. En diciembre ya estaba avanzando con algunos números y en enero cerrando acuerdos. Claro que con un contexto sin pandemia, algunos jugadores hubieran recibido ofertas de otros países. Pero aquí destaca un segundo motivo: en Francia, como así también en Alemania, los equipos saben cuánto pueden gastar y no se mueven de ahí. Saben cuál es su límite para pagar por un armador, cuánto pueden estirarse por opuesto que marque la diferencia y saben qué vale cada jugador. No van a pagar 100 por un jugador que la última temporada haya costado 50. En muchos casos, el precio directamente lo ponen ellos. Y con este contexto, el jugador argentino es “barato”.
Entonces, ya tenemos el primer punto a favor que es la velocidad con la que Francia sale al mercado. El segundo es que temporada tras temporada, a excepción de jugar alguna copa europea, lo cual implicaría más viajes y tal vez algún refuerzo extra, los presupuestos son prácticamente idénticos. Es muy poco habitual que cambie por una simple ambición o porque lograron una tajada mayor. A diferencia de Argentina, el Estado es garante, pero si debe saldar deudas el club tiene que pagarlas antes de iniciar la temporada siguiente.
La tercera razón es el nivel del jugador argentino. Para que se abra un mercado no solo tiene que haber un representante que sepa moverse, también un jugador que tenga con qué defender esa propuesta. El proyecto de desarrollo francés colocó a su seleccionado masculino en la primera plana internacional durante los últimos años. Algo similar sucedió con Argentina, al tiempo que algunos jugadores cumplieron ampliamente con las expectativas y lograron mantenerse en la competencia a base de disciplina técnica y táctica. Estos dos últimos fundamentos que muchos entrenadores argentinos resaltan cada vez que la Selección busca dar algún batacazo, no son menores: el jugador argentino demostró estar a la misma altura o por encima de muchos otros. “Lo que jugó Argentina en la última Copa del Mundo, con muchos chicos, le voló la cabeza a muchos entrenadores que acostumbran ver jugadores que solo saltan y le pegan duro”, comentó una fuente anónima a Voley Plus.
Por supuesto que la pandemia juega su papel. En Italia todavía buscan la forma de superar la crisis sanitaria y saldar de alguna manera las deudas contraídas por acuerdos comerciales inconclusos con toda esta situación. En Alemania, donde la cultura administrativa es de vanguardia, ya son tres las plazas que pusieron un freno a su participación en busca de aire y de no arriesgar el futuro del club que se construye año tras año. En Polonia, donde estarán de mínima Pablo Crer y Javier Concepción (de Obras al Olsztyn de Daniel Castellani), el mercado interno está haciendo mucho ruido y también son varios los jugadores nacionales que optaron por regresar a la PlusLiga por miedo a la propagación del coronavirus en otros puntos europeos.
Entonces sí, la llave fundamental, es el gancho. Francia primero se apura por tener sobre la mesa a sus potenciales refuerzos. Temporadas anteriores, al momento de firmar, ya tenía otras miradas europeas encima o la Liga Argentina tratando de retener alguna figura. Muerto Europa y fundida la economía nacional, en un contexto donde se debaten las bases de la competencia en el voley, lo único que debían hacer los clubes de la Ligue Pro A era poner el contrato sobre la mesa.
Mientras nadie sabe cuándo se podrá volver a jugar, se apuraron en cerrar todos los acuerdos y, sumado a que es una de las ligas más competitivas del mundo, todos eligieron ir a lo seguro y tener un contrato en una moneda que temprano y tarde hará la diferencia gracias a la devaluación diaria del peso argentino.
En cualquier caso, chapeu por el importante paso deportivo y económico que significa para casi todos los jugadores. Chapeu por la Liga Argentina que también supo construir el potencial de cada uno de estos muchachos que buscan un mejor destino. Llamado de atención para lo que queda, lo que viene y para el vacío en los clubes que de estas transferencias no ven ni dos pelotas.
Comentarios
