Belén Valverde, Aníbal Barbero y Alejandro Lazo son kinesiólogos que forman parte del Departamento Médico de Boca. Y, en estos tiempos tan especiales de pandemia, también integran el servicio de guardia del hospital General de Agudos “José María Penna”, ubicado en Parque Patricios. Pasaron de las canchas a la primera línea de batalla contra una de las mayores pandemias de la historia. Allí luchan diariamente cara a cara contra el Coronavirus. Y así lo cuentan…
Belén, Aníbal y Alejandro hoy se encuentran en un escenario completamente diferente al de sus actividades diarias. Actualmente, sus días transcurren entre sus prácticas habituales y las guardias del Hospital Penna, donde además de compartir horarios trabajando en conjunto, ponen el hombro frente a los casos de COVID-19 que se van presentando. Barbero es parte del cuerpo médico del plantel que disputa la Liga Nacional de Básquet, mientras que Lazo trabaja en los consultorios de la Bombonera. Por su parte, Valverde atiende también en los consultorios del club, y en ocasiones acompaña al plantel femenino mayor de vóley.
Sobre cómo es su rol en las guardias, Barbero detalló: “Trabajamos en el shock room de la guardia y en la terapia intensiva. Nos ocupamos del control respiratorio de los pacientes y del manejo de los respiradores”. Por su parte, Lazo afirma que “nuestro fin es ayudar al paciente en su recuperación, hasta lograr la desvinculación del mismo con el respirador. Además movilizamos pasivamente al enfermo, para evitar rigideces de las articulaciones y acortamientos de los músculos de las extremidades”. “También nos ocupamos de mantener las vías aéreas permeables de los pacientes, ya sea en las salas de internaciones, unidad de terapia intensiva (UTI) o guardia. Asistimos a los médicos en la intubación orotraqueal y nos encargamos de los pacientes traqueotomizados una vez dada el alta de la UTI”, explica Valverde.

El virus continúa siendo objeto de estudio a nivel mundial por toda la comunidad científica, exponiéndose a diario, nuevas consecuencias sobre la evolución o mutación de la cepa. Al ser consultados sobre el mayor punto de gravedad que puede presentar un paciente con COVID-19, no dudan en afirmar: “Los casos más complicados entran en insuficiencia respiratoria con saturación de oxígeno baja. Son procesos de neumonía pulmonar, lo que provoca déficit en la función de los pulmones”.
Trabajadores esenciales, mucho más en estos tiempos, cada uno describe la particular sensación de enfrentarse al virus cara a cara cada vez que ingresan al hospital: “Siento humanidad total. Estoy para pensar, para colaborar, para apoyar, para ayudar. Significa para mí un absoluto compañerismo y confianza. A veces me imagino contándole todo esto a mis sobrinos dentro de muchos años”, cuenta con un dejo de emoción Belén. Barbero agrega: “Es difícil, por un lado, tenés la satisfacción de saber que estás siendo parte de un grupo de profesionales que enfrenta esta difícil realidad, por otro la tristeza de ver mucha gente sufriendo, en soledad y también de estar sometido a una gran posibilidad de contagio”. Y Lazo también abre su corazón y confiesa sus orgullos y temores: “Significa un compromiso importante que se vuelve arriesgado y estresante ante el aumento del número de pacientes positivos y del contagio entre el personal de salud. Todo un desafío que requiere de mucha concentración y disciplina para lograr cuidar la salud del paciente y la nuestra. Siempre tenemos temor de contagiar a nuestras familias al regresar a casa”, explica Lazo.
La satisfacción de la persona dada de alta es un premio al esfuerzo aportado por los profesionales, pero Lazo no duda en dejar en claro que “desde el punto de vista kinésico, el paciente recuperado debería cumplir un plan de trabajo tanto de los músculos respiratorios como de los músculos locomotores para lograr la recuperación total”. Valverde también aclara que “una vez dado de alta, si no queda con secuelas pulmonares, se puede tener una vida normal, siempre y cuando se respeten las normas dadas por las autoridades en ese momento”. “La persona que sale de alta tiene que cuidarse y controlar sus factores de riesgo si los tuviese”, afirma Barbero.
En este duro contexto, los profesionales reflexionan sobre sus miedos al colapso sanitario, sus deseos personales y lo difícil que es tener lejos a la familia… “Yo hacía diez años que no trabajaba en terapia intensiva y me dedicaba a la rehabilitación deportiva. Esto me cambió, sentí que por mi profesión debía estar donde realmente hacía falta. Mi deseo personal es que todo esto pase lo antes posible y que volvamos a la normalidad”, dice sin dudar Barbero.
Por su parte, Lazo desea “tener una gran cantidad de pacientes recuperados que estén dispuestos a donar su plasma para ayudar a los pacientes en recuperación; pero sobre todas las cosas, que no lleguemos a la situación de tener que ver a los médicos decidiendo a qué paciente conectan al respirador por colapso del sistema sanitario”.
“Extraño mucho a mi familia. Soy de Santa Fe y lamentablemente por todo esto hace tiempo que no puedo verlos. Sueño con el día que pueda tomar el auto y llegar para estar con ellos. Al día de hoy, ya se hace muy difícil”, concluye Valverde.
Tres miradas de tres profesionales de Boca que, de un día para el otro, tuvieron que alejarse de las canchas para jugar el partido más difícil.
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