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Ramón Garcés, de la Selección Argentina de vóleibol a la Guerra de Malvinas

Cada 2 de abril en la Argentina se recuerda y conmemora a los veteranos de la Guerra de Malvinas. Cada uno de ellos tiene una historia única. Ramón Garcés pasó de la Selección Argentina a la Guerra de Malvinas, con apenas 18 años. Pudo ser medallista un más del Mundial de Argentina en 1982, que se organizó en plena dictadura y de la cual los protagonistas se animaron a hablar con Voley Plus. Él fue el responsable de derribar el avión que piloteaba el experimentado comandante inglés Bob Iveson cuando atacaban Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green, para los ingleses). BigBangNews recreó una historia que todo el vóleibol argentino debería conocer.

El 2 de Abril de 1982, bajo el mandato de la dictadura cívico-militar argentina, comenzó el conflicto bélico por la reivindicación territorial de las Islas Malvinas. La primera tropa en llegar a las islas fue el C130 Hercules TC-68; lo siguieron el Grupo de Operaciones Especiales y Equipos Control de Combate. La guerra terminó dos meses y medio después con 649 soldados argentinos fallecidos, 255 británicos, tres isleños y más de mil suicidios motivados por las secuelas y traumas de posguerra.

El 15 de junio de 1982, tras 72 días, Leopoldo Galtieri, dictador y líder de la Junta Militar, anunció en cadena nacional el “cese de hostilidades” y el retiro de las tropas argentinas de Puerto Argentino tras un acuerdo firmado entre el “Gobernador” de Malvinas, Mario Benjamín Menéndez, y el jefe de las tropas británicas (se firmó el día anterior).

Ramón Garcés era un adolescente de 18 años cuando llegó a Islas Malvinas, era un pibe, como muchos otros. Lo que podría haber sido su prometedor futuro con la Selección Argentina masculina de vóleibol, se convirtió en guerra como soldado de rango reclutado. Su historia personal y la hazaña de ser el responsable de derribar el avión de Bob Iveson cuando atacaban Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green para los británicos) es una muestra única de fuerza y coraje.

Aquella acción motivó la creación del documental “De la vida y de la historia: Memorias de Ramón Garcés sobre Malvinas”, dirigido por Noelia Medina. También la guerra lo llevo a escribir, Malvinas, la batalla de Darwin y Goose Green, libro en el que cuenta su traumática experiencia de primera mano, y redactó el guion del film “Entre Dos Mundos, una película de posguerra”, protagonizada por Coco Sily y producida por el manager Jorge Zonzini.

LA HISTORIA DE HÉCTOR GALLARDO,
EL DT DE VOLEY QUE SE SALVÓ EN MALVINAS

Este cortometraje, que busca visibilizar la experiencia de los excombatientes en la posguerra, fue censurado en 2016 por el Gobierno de Mauricio Macri. “Él decía que no quería nada bélico para el 2 de abril, pero el film muestra la problemática de los suicidios que están ocultos. La escribí sin golpes bajos y no tenía nada bélico, porque se trata de lo vivido en posguerra”, contó Garcés.

Finalmente, hace algunos días, en la sede de la Cancillería Argentina, se proyectó el cortometraje no solo con la presencia de Garcés, sino también del actor protagónico, Coco Sily.

LA BATALLA MÁS SANGRIENTA DE LA GUERRA DE MALVINAS,
LIBRADA EN LA ZONA DARWIN Y GOOSE GREEN

En su libro, Garcés recuerda que su primer gran momento como Soldado Conscripto y Artillero llegó entre las 12:30 y 13 horas del 27 de mayo. El ex combatiente vio cómo impactó el avión con su cañón N°1 (F1) RH 20 mm e inmediatamente escuchó una explosión. Pero no fue hasta varios años después que se enteró que derribó el avión Harrier GR.3 de la Royal Air, Matrícula XZ 988, piloteado por el Jefe de Escuadrilla y Comandante Sqn Ldr Bob Iveson, conocido como “Big Bob”, según sus compañeros, el mejor piloto de la Royal Air Force (RAF).

En diálogo con BigBang, Garcés recordó aquel 27 de mayo de 1982 como uno de los más “difíciles y movidos” en Malvinas. “Estábamos rodeados por las fuerzas británicas. Era un repliegue permanente de las líneas avanzadas y venían los bombarderos navales y aéreos. Yo estaba a cargo del cañón y uno ‘trata’ de apuntarle a un avión porque pasan a alta velocidad”, recordó.

Y continuó: “Con la experiencia de días anteriores, traté de seguir a uno porque se movían tan rápido que no le llegaba a disparar a nadie y, juro, a Big Bob lo tuve más a la distancia porque vino del lado opuesto al mío, intentó escaparse, pasó por donde estaba yo, por arriba mío, disparando. Lo llegué a impactar y vi como se fue con humo y, minutos después, escuchamos explosiones. Me enteré mucho tiempo después que era Big Bob”.

Aquella hazaña despertó un especial interés de productores de la BBC de Londres, del diario más popular de Reino Unido, el tabloide sensacionalista The Sun, y de un grupo de periodistas escoceses que intentaron armar un show televisivo en el Reino Unido, buscando sentarlo frente a frente a Bob Iveson. “30 años después me enteré que Iveson estaba vivo. Me lo dijo una periodista escocesa que quería llevarme a hablar con él y me sacó un peso de encima”, aclara.

En ese momento, Garcés aclaró que su objetivo nunca fue “matar” en la guerra, pero sí defenderse y luchar por sus compañeros. “Muchas veces tuve que disparar al cuerpo del enemigo con mi cañón, pero lo hacía para que mis compañeros pudieran sobrevivir al ataque que teníamos cada vez más cerca. Estaba la vida de ellos en juego y yo pensaba que con mis disparos los estaba salvando, no que estaba matando al adversario”, detalló.

Con respecto a la propuesta de los medios ingleses, las rechazó todas ellas sin dudarlo: “Insistieron varios años. De hecho, volvieron a invitarme a la BBC de Londres, pagaban todo (pasajes, hotelería, comidas, turismo interno). Querían juntarnos a los dos y no me presté a ese show televisivo. Les dije que si querían la entrevista, que devuelvan las Malvinas. No tengo problemas con el piloto, pero no me voy a prestar a ese show sabiendo que las Malvinas son argentinas”. 

En ese sentido, recordó que los presidentes Carlos Saúl Menem y, años después, Néstor Kirchner quisieron honrarlo con la máxima condecoración militar Argentina: la Cruz al Heroico Valor en Combate, pero también los rechazó. “En ese momento lo vi como un movimiento político y no era que no lo comprendía porque yo soy un militante político, pero sentí que no correspondía”, explicó sobre las razones por las que no aceptó aquellas invitaciones.

Y sumó: “Tuve relaciones con el gobierno, me invitaron al lanzamiento del billete de 50 pesos con la cara de las Malvinas. No estaba en contra de la política, sino que sentí que no era el momento”. A pesar de eso, aclaró que actualmente analizaría la posibilidad de recibir aquella condecoración si el gobierno se lo vuelve a proponer. “Ahora a la distancia, con sobrinos y familiares que lo quieren ver a uno recibiendo la condecoración…, y bueno uno lo piensa de otra manera”. 

En ese sentido, Garcés aceptó ser parte del acto que se realizará por el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra en Malvinas” en la ciudad bonaerense de Morón. “Soy ciudadano ilustre, mi nombre está en un monumento y me sentí en la obligación de acompañar el acto. Estoy nervioso y me da vergüenza, pero por suerte al salir después de estar dos años encerrado por la pandemia volví con mucha energía”, resaltó.

HAMBRE, FRÍO Y EL DÍA QUE FUE DADO POR MUERTO

El 1º de mayo, a un mes del desembarco, se convirtió en protagonista obligado de una situación tan inesperada como insólita: fue dado por muerto luego de volar por los aires durante el feroz ataque inglés a Darwin. Pero Garcés estaba más vivo y certero que nunca. Carente de instrucción y preparación alguna, se hizo cargo de la batería antiaérea abandonada por el suboficial especializado a cargo. 

En su libro, cuenta que ante la arremetida que hicieron los combatientes Británicos tras lo acontecido el 27 de mayo, sólo quedaron dos soldados conscriptos sentados en los cañones antiaéreos disparando fuego terrestre, y con muy pocas chances de vida. Por un lado, estaba Francisco Luna en el cañón N°3 (F3) y por el otro, Garcés. “Nos desplazamos cuerpo a tierra más de dos interminables kilómetros sobre todo tipo de excrementos humanos (lentejas, garbanzos, etc.)”, sostuvo.

Tuvieron que abandonar sus puestos, a causa del avance de la infantería británica. “Empezaron a dispararme directamente y sin parar. Primero, comenzaron con una lluvia de balas que rebotaban en el acero del frente de mi cañón (F1), y luego le sumaron el lanzamiento de dos morteros o misiles que pegaron muy cerca de mi posición. Las explosiones hicieron temblar tanto el piso que hasta me golpearon pedazos de turba que volaban por el aire”, reza en su libro.

Y agrega: “La situación era realmente tremenda para mí; el riesgo extremo ante semejantes explosiones a tan pocos metros del cañón que operaba, no me dejaba más opciones que intentar replegarme para salvar mi vida y así poder seguir combatiendo desde otra posición. Ya en el ocaso de otro sangriento día (28 de mayo), librando un durísimo combate por el Istmo de Darwin, nos atacan con toda su furia tres Harrier GR.3 casi en vuelo rasante”.

Sobre aquellos días, recuerda que pasó “hambre y frío”. “Pasamos por un infierno sin duda. Tomaba té de pasto. Volví con 14 kilos menos y eso que yo entrenaba para la selección de vóley. Al regresar, no pude jugar el mundial (que se jugó en la Argentina en octubre de ese mismo año) porque vine destruido. Estuve 15 días como prisionero de guerra, buscábamos ovejas y gansos para comer, aunque estaba prohibido matarlos”, le contó a este portal.

En ese sentido, destacó que “hubo acusados, torturados y ex combatientes estaqueados por los propios militares en Malvinas”. “Secuelas tendremos todos, pero es verdad que el cuerpo tiene una memoria particular. En mi caso, las sirenas de los bomberos o de las ambulancias me erizan la piel. No lo puedo explicar bien, pero capaz estoy contento o hablando, escucho ese sonido y de repente el cuerpo lo siente”, manifestó.

El ex soldado reveló que siempre trata de dormir “con una radio o algo de fondo porque en el silencio” oye ruidos. “Ya no escucho explosiones, pero siempre hay algo que hace ruido o molesta en la cabeza. Si no, me quedo hasta tarde escribiendo o leyendo para que me venza el sueño. También me quedé un poco sordo, escucho zumbidos, por el ruido de los helicópteros y de las bombas en Malvinas”, describió.

EL ROL QUE EL ESTADO NO CUMPLIÓ Y LA RESPUESTA DE LA SOCIEDAD

Consultado sobre cómo atraviesa cada 2 de abril desde hace 40 años, Garcés remarcó que tardó 25 años en hablar de la guerra -cumplió sus 19 años en las islas el 13 de mayo de 1982- y si bien fue postulado al doctorado Honoris Causa en la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín) por lograr tres títulos universitarios (Licenciado en Ciencias Políticas, Administración Pública y Deportes), contó que sus ex compañeros nunca supieron que había combatido en Malvinas. 

En ese sentido, explicó: “Estos días yo los miro como una manera de seguir informando, de alguna manera, después de tantos años. Creo que en estas fechas más avanzadas, tras 40 años de lo ocurrido, es donde más se potencia. Es un buen momento para seguir dando conocimiento de lo que ocurrió con la ayuda de los medios y de los propios ex combatientes de Malvinas, los cuales vamos a las escuelas y empujamos para que determinadas instituciones estatales tomen nota. En estas fechas suelen haber agitaciones políticas que se mezclan y no hay que perder de vista que esta causa pasa por la educación y el conocimiento”.

Garcés contó, casi en exclusiva, que está armando un libro con un análisis de cómo los medios trataron la guerra de Malvinas y advirtió que el Estado, la sociedad e, incluso, varios de los familiares de los ex combatientes les dieron la espalda al volver de la guerra. “¿Si las familias cumplieron el rol de psicólogos y contenedores? No fue tan así. Si hubiera ocurrido eso, hoy no estaríamos hablando de mil suicidios. No solo hay un abandono del Estado, sino del entorno más íntimo, de los más cercanos y amigos. Hasta el día de hoy, es difícil….uno trata de sostenerse en los más cercanos, pero uno se sostiene sin que le hagan una pregunta de Malvinas”, analizó. 

Y concluyó: “Somos muy pocos los que contamos con la familia. Yo tengo a mi esposa, a quien conocí por una carta que ella mandó en Malvinas. y estoy muy contenido por ella. Pero mis hermanos, mi papá o mis primos no me preguntaban sobre Malvinas. Me empezaron a ver de otra manera a partir de reportajes o mi aparición en medios. Estuve 25 años sin hablar de Malvinas, crucé tres carreras universitarias y mis compañeros no sabían que estuve en la guerra. Cuando trataban el tema de Malvinas, veía la pobreza que había. Cuando se trataba el tema de la dictadura militar, que de hecho lo separan y no sé porqué si realmente la batalla de Malvinas fue dentro de una dictadura genocida, había un total desconocimiento”.

Entonces, finalizó: “La sociedad no se dio cuenta lo que los necesitábamos y ahora, un poco nos están respaldando. Pero ya no nos tienen que mirar cómo los pobres chicos de la guerra, ahora podemos dar nuestra propia versión y no la oficial que escribieron los militares. Estuve 25 años sin hablar de Malvinas y cuando lo hice empecé a descubrir que escribieron cualquier cosa, mentiras, nombres y lugares mal puestos con citas a británicos y no a los propios ex combatientes que estuvieron en el lugar. Eso me puso muy mal, lo que leía no había sido así, me generó nervios, incomodidad y apoyado por mi entorno, me decidí a escribir del tema. Comencé a hilar los momentos, me empezaron a venir los recuerdos y traté de articularlos”. 

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